+ Sovietizando España

Siguiendo a nuestros amigos de gurusblog nos encontramos con una de las soluciones más keynesianas para las crisis económicas y el desempleo... ¡la funcionarización de las cohortes de población en edad laboral!

Os preguntaréis que por qué saco ahora este tema tan espinoso. Pues muy sencillo, antes de verano cayó en mis manos el informe de la patronal Foment del Treball (comentamos algún gráfico en un post)en el que había un estudio del balance de funcionario en los últimos 10 años. Como os imagináis el corolario es sencillo, el número total de funcionarios se ha incrementado un +22% mientras que la población (regularizaciones masivas mediante) en un +12,2% (datos de eurostat). El resultado es que en 2007 había 1 funcionario por cada 8,67 trabajadores en activo (datos 4º trimestre 2007 de la EPA) . Fruto del proceso de descentralización se han eliminado 267.345 funcionarios de la administración central y se han contratado a 623.072 en las administraciones autonómicas, es decir 2,5 veces. Si de verdad vamos hacia un proceso de descentralización no tiene sentido que los funcionarios no se transfieran o sino que se modifique lo que se crea conveniente y que se les despida, pero lo que no tiene sustentación posible es que entre todos estemos soportando esta carga, totalmente innecesaria por otro lado. No he conseguido información fiable, pero me gustaría que si alguien tiene alguna fuente de información respecto al ratio de funcionarios por habitante de otros paises europeos me lo hiciera llegar, tengo la corazonada de que somos el país de la eurozona que más funcionarios per cápita ha contratado en los últimos 10 años).

Fuente

REcomiendo, encarecidamente, la lectura del artículo porque yo me voy a limitar a desarrollar un poco lo que apuntan allí. Llenar España de funcionarios puede parecer, a priori, una buena solución al paro para quienes no tengan claro qué es la economía.
En cualquier caso me gustaría precisar qué es un funcionario, antes de que alguién piense si está bien, o no.
Funcionario es aquel empleado del Estado que no depende de su productividad para su retribución.
Esto es lo esencial, porque un asalariado depende de su productividad que el empresario traduce en beneficios para sus clientes que, voluntariamente los pagan. Sea la productividad en forma de bienes, haciendo coches, o en servicios, sirviendo tequilas... Ahora bien, el funcionario no depende de su productividad porque sus jefes no tienen que traducir nada en beneficios para nadie, porque sus jefes -y él mismo- no tienen clientes. Los funcionarios obtienen sus ingresos de un robo generalizado, con apariencia de legalidad pero claramente contrario a los derechos humanos, conocido como Impuestos.
¿Qué requisitos tiene que cumplir un funcionario por tanto para ser retribuido? El primero, y quizá el más importante, es la asunción fáctica de los valores político-morales de sus Jefes. Que el funcionario los comparta en su fuero interno es irrelevante, lo importante es que implemente esos valores en su día a día. Así podemos ver que los funcionarios tienen tragaderas suficientes como para jurar los principios del Movimiento y seguir sirviendo a presidentes como Arias Navarro, Adolfo Suarez, o Felipe González. Un buen ejemplo de esto es el General Felix Sanz Roldán.

El segundo es la sumisión perruna. Un funcionario puede no implementar esos principios, pero tiene que cumplirlos cuando se le exigen. De modo que puede creer que su actuación es errónea, o no ajustada a derecho, o profundamente equivocada, pero cumplirá con sus órdenes especialmente si estas son ilegales o inconstitucionales. Otro magnífico ejemplo es el excomisario Amedo.

El tercer requisito, no crear problemas, es quizá el que menos llama la atención pero, a diferencia de los otros dos, es imprescindible para trabajar en la administración. Si bien un funcionario puede creer que el gobierno socialista es una lacra, mirar por encima del hombro a sus compañeros caninos, el único pecado imperdonable es que cree problemas: Un funcionario puede vivir su vida pseudolaboral perfectamente bien, sin hacer nada más que aparentar que trabaja, siempre que no se oponga directamente a sus superiores, o compañeros.

De modo que si usted está en paro y no vale para nada, siempre puede ser funcionario, a parte de aprender un montón de estupideces, tendrá que carecer de moral, ser un lacayo y, sobre todo, estar convencido de que, todo esto, lo hace por sus convecinos a los que roba y parasita. Eso sí, a cambio podrá usted disfrutar de un cómodo paquete salarial, que no dependerá de su trabajo, ventajas como poder saltarse a sus compañeros en la sanidad, o poseer el amparo del resto de las administraciones públicas -siempre que no incumpla ninguno de los 3 requisitos anteriores- y, por último, si es usted espabilado podrá medrar como conseguidor, o vocero progre.

Por Maestre de Campo