+ Besos con pena de cárcel
Muchas veces no valoramos lo que tenemos hasta que lo perdemos, es así de contradictorio. Nos acostumbramos a poseer ciertos bienes o realizar determinados actos cotidianos y no nos entra en la cabeza qué sería de nuestra vida sin ellos; siempre han estado ahí, para nosotros. Aquí, en España, nos quedaríamos con cara de tontaínas perdidos si por dar un beso en la calle a nuestra pareja nos metieran en un cárcel mohosa e insaluble; o por bailar de forma provocativa en una discoteca.
Pero estos pequeños actos van a ser condenables en la nueva ley contra la pornografía que se va a aprobar en Indonesia. Ya, ya sé, qué coño nos tiene que importar a nosotros este país con lo lejos que está de acá; allá ellos con sus problemas.
Indonesia, un país de 240 millones de personas, con un tercio de musulmanes, es el claro ejemplo de lo que ocurre cuando esta religión convive con otras. Éstos, con la legitimidad que se creen tener, intentan imponer su visión al resto de sus vecinos. Un ejemplo de ello es el director de la revista occidental y pecaminosa Playboy, que se ha escapado de una condena de cárcel por los pelos, y ha tenido que trasladar la sede de la publicación a la Isla de Balí para alejarla de tanto tolerante y pacifista suelto.
Pero no se preocupen, la culpa es nuestra. Es una provocación por parte de Playboy intentar comercializarse en un país como ése, y es una falta de respeto por parte de los occidentales no cumplir con unas leyes tan transigentes como las musulmanas; quien nos manda a nosotros meternos en esos fregados con lo feliz y agustito que vivimos aquí.
Portadas pornográficas según los islamistas.
Indonesia, un país de 240 millones de personas, con un tercio de musulmanes, es el claro ejemplo de lo que ocurre cuando esta religión convive con otras. Éstos, con la legitimidad que se creen tener, intentan imponer su visión al resto de sus vecinos. Un ejemplo de ello es el director de la revista occidental y pecaminosa Playboy, que se ha escapado de una condena de cárcel por los pelos, y ha tenido que trasladar la sede de la publicación a la Isla de Balí para alejarla de tanto tolerante y pacifista suelto.
Pero no se preocupen, la culpa es nuestra. Es una provocación por parte de Playboy intentar comercializarse en un país como ése, y es una falta de respeto por parte de los occidentales no cumplir con unas leyes tan transigentes como las musulmanas; quien nos manda a nosotros meternos en esos fregados con lo feliz y agustito que vivimos aquí.
Por Chesk