+ Oponerse a las primarias sí es ser anti-democrático

Ayer finalizó en Cuatro la última temporada de House y debería sentirme desconsolado porque me apasiona esa serie (bueno, en realidad como sabéis sólo lo consiguen ésta, Los Simpsons, Lost y Padre de familia) pero no es así porque al menos podré ver entero Madrid opina, el excelente formato con que Telemadrid y Buruaga nos deleitan a los madrileños. De lo mejor que hay en la programación y que a diferencia de 59 segundos se emite en prime time. Últimamente eso sí, cojea un poco en la distribución de los contertulios, porque meter a Victoria Prego o Pilar Cernuda por ejemplo, en la bancada de las izquierdas, compartiendo pupitre con Maria Antonia Iglesias, es como sentar a Churchill a dirigir la URSS con el pobre de Stalin.

Al grano, que Juan Manuel de Prada volvió a rescatar el otro día uno de los argumentos más peregrinos que he escuchado para no celebrar primarias en el Partido Popular. A raiz de la encarnizada disputa protagonizada por Barak y Hillary en los Estados Unidos nos cuenta que en la democracia más consolidada del mundo, de "la que tanto se habla" guarda para uno de sus principales partidos un error como es a división suscitada y la pérdida de dinero e imagen que han supuesto las primarias del partido demócrata y bla bla bla, en resumen, todo cargas para lo que se podría condensar como lucha de poder.

Al margen de esa cuña pastoral-socialista del dinero que se evapora (estos capitalistas americanos...) que por cierto, crea riqueza y empleos porque cada pancarta o anuncio de televisión alguien los fabrica o diseña, no podemos concebir unas elecciones democráticas como un defecto a no ser que el defecto sea nuestro sentimiento antidemocrático. ¿Deberíamos evitar que exista un Partido Popular y un PSOE que se peleén en las urnas? Venga, lo arreglen legislatura tras legislatura Rajoy, Zapatero sin urnas, entre ellos, en una mesa con Botín, Slim, Brufau, Taguasín y unos pocos más frotándose las manos mientras los españolitos aceptamos pulpo como animal de compañía o dictadura como gestión eficaz de la "democracia". Cuando le escuché pensé en el gobierno de los sabios que ya vimos en los Simpsons a la vez que recordaba aquel artículo de Prada en el que él mismo nos contaba cómo él llama a su puesto en el programa Madrid Opina la "tribuna de los próceres". Por Dios, no dejo las escrituras, que baje el de Arriba y lo tire del caballo como a Tarso.

Las elecciones primarias de los Estados Unidos son uno de los elementos que más me atraen de su sistema, junto con la reprensentación directa o su modelo de pesos y contrapesos que han servido para que el poder no se concentre demasiado, y si lo hace, retroceda. Su concepción de la política les hace pensar que ésta es beneficiosa y necesaria pero a la vez peligrosa al ceder los ciudadanos un poder que hay que vigilar para que no los tiranice o lo haga en la menor medida posible. De ahi que opten por elegir desde el candidato de su partido al mismísimo Sherif.

Los españoles ya somos lo suficientemente maduros, al menos en el Partido Popular, o eso creo yo aunque me cuesta visto lo visto, para poder elegir por nosotros mismos. Evidentemente podremos equivocarnos los militantes del PP, o todos los ciudadanos censados en un futuro si se suma el PSOE, equivocación que puede pasar por elegir a Costa, a Rajoy, a Gallardón, Aguirre o Rodrigo Rato, pero es que de eso va la democracia, de permitir a los individuos que sean libres, se gobiernen a sí mismos y puedan errar. Los gobiernos de sabios para China o Bulgaria, para los que viven atados a la corrupción, los que no conocen lo maravilloso de la Libertad. Libertad para acertar, o para errar.

Además las primarias otorgan una gran legitimidad porque el candidato no es elegido a dedo por nadie, o mejor dicho, es elegido por la mayoría, legitimidad al cuadrado cuando como ocurre en USA, y es lo más normal del mundo, el oponente apoya nada más perder al vencedor para luchar mejor contra Republicanos, o viceversa, Demócratas. Los candidatos así no controlan los partidos, sino que los partidos los controlan a ellos.

Los Estados Unidos nacieron sin rey, quizá por eso a veces no ha de asombrarnos el que ellos tengan tan claros principios como la Democracia o sentimientos tan arraigados como el repelús a la tiranía, en cualquier grado. Lo nuestro es más complicado, hace bien poco que le hemos dicho a nuestros genes: "Che, empezad a olvidar que hemos sido gobernados por otros desde que el primer chimpancé más fuerte de la manada nos defendía de los malos".

Cuando algunos periodistas -o los que le están lanzando ahora las consignas a Rajoy, Lasallitos- afirman ¡pero cómo es posible que ahora Rajoy sea un liberticida y antes no!... Como diciendo que no somos coherentes porque dejan caer que por la misma regla de tres faltábamos a la verdad cuando se lo espetábamos a ZP, intentan crear una trampa. Trampa en la que no voy a caer, y es que yo no lo puedo exigir a un afiliado de la época de Aznar o al mismísimo Aznar cuando nadie lo pedía, democracia interna. Ni tampoco me extrañaría que en 1978 muchos no desearan Constitución, ora porque no estaban entrenados mentalmente para asumir que la Democracia es la única vía posible para el hombre moderno, ora porque no sabían ni lo que era. Ahí tenemos los testimonios que rescatan las televisiones de vez en cuando de nuestros padres y abuelos sobre lo que iba a ser la Constitución o eso de las urnas.

Oponerse a la democracia interna, a las primarias, en el primer estado de la democracia o los partidos, no era antidemocrático, o no lo era tanto como hacerlo hoy en día, cuando podemos exigir con todas las de la ley, y la mayor fuerza posible el proceso para que arraigue la Libertad, cuando no debemos desfallecer en decirles bien claro a los que taponan la luz con sus opacas intenciones que la esencia misma de la democracia reside en los partidos políticos, y como tales, han de asumirla. De no hacerlo están vulnerando nuestros derechos y lo que por otro lado, también manda cumplir la Constitución.

Primarias para en el PP YA, por favor, que no tenga que escribir entradas de ocho párrafos todos los días. Cosa que por otro lado, sin duda haré, porque una vez que la llama ha prendido, es imposible apagarla.

Por Prevost