La "traición" a Ruiz-Gallardón ha suscitado debates y temores en algunos sectores. Son diversas las voces alzadas al unísono advirtiendo de la pérdida de votos de "centro" que la salomónica decisión de Rajoy provocará a su partido. Pero, ¿qué hay de cierto en dichas afirmaciones?
El surgimiento de los conceptos izquierda-derecha se remonta a la Revolución Francesa. Derecha era sinónimo de orden, privilegios sociales, etc... Izquierda, sin embargo, simbolizaba todo aquello relacionado con la libertad, la igualdad, etc... Sin embargo el transcurso del tiempo y la generalización de ambos conceptos ha provocado una cuasi-inversión de sus valores iniciales. La defensa de la libertad individual, la pretensión de limitación del poder establecido son hoy atributo preferente en la derecha. Mientras que los objetivos en la izquierda son bien distintos y no los imaginamos al margen de la restricción de la libertad individual, la defensa de un Estado omnipresente y todopoderoso, trasunto de los príncipes absolutos.
La utilización de izquierda y derecha supone una comprensión unidimensional del espacio político. En Ciencia Política y para muchos pensadores el centro no existe. Esto es, que no habría ideologías ni políticas de centro. Sólo posiciones más moderadas dentro de la izquierda y la derecha. Por lo tanto el centro viene determinado por los extremos.
Pero hablar de moderación es tan equívoco como hablar de centro pues, ¿hablaríamos de una moderación en las formas o en el contenido? Si se trata del primer supuesto entonces cubriríamos un guante de hierro con uno de seda. "
Fortiter in re, suaviter in modo". En el caso de que la moderación viniese determinada en los contenidos y en los compromisos adquiridos, habría que analizar en qué situaciones se puede transigir o comprometer, a riesgo de ceder ante grupos minoritarios y a menudo criminales.
Parafraseando a Heráclito, "no hay centro que moje el pie en el mismo río y a la misma hora. Todo fluye o para un lado u otro" Partiendo de la idea de que el centro es inexistente, podríamos afirmar que se trata más del espacio de juego político existente en esta era que nos ha tocado vivir. Pero algunos deberían tomar nota de que el centro se coloniza desde el poder, utilizando las armas necesarias desde la derecha, la izquierda o la ideología de turno. Los ciudadanos dan por hecho que un Gobierno no se moverá en extremos y de que sus políticas estarán orientadas desde la moderación hacia los intereses generales de la población. Por lo tanto, a la hora de votar a un partido u otro, se utilizará la ideología más de lo que se supone.
Las oscilaciones en los resultados de Izquierda Unida han variado, históricamente, según su seguidismo al PSOE. Su mayor crecimiento se produjo con Julio Anguita a la cabeza, cuando la formación gozaba de mayor independencia respecto al PSOE. Algo similar ocurre con CiU, partido que no levanta cabeza desde que abandonó su conservadurismo por un acercamiento a los nacionalistas más intervencionistas.
El Partido Socialista ha desaprovechado estos últimos cuatro años para demostrar que sabe gobernar para todos desde las políticas de izquierda. Muestra de ello es la campaña desarrollada en la que se busca el voto radical y el del miedo. El mismo voto que se cosechó a raíz de los atentados del 11M fundamentado en la gran mentira y movilizado a través del pánico social.
La campaña contra la iglesia, educación para la ciudadanía o el fragor provocado por el grito al anunciar que "llega la derechona" son muestras de que el PSOE pretende recabar votos entre los indecisos de Izquierda Unida o de movimientos anti-sistema, pero da por perdido el apoyo de las clases medias, a las que lo único que les preocupa es llegar a fin de mes.
Precisamente sobre los actuales problemas debería centrarse la campaña del Partido Popular. Los votos que pudiese recabar Gallardón son los mismos que cosechará Rajoy si presenta un buen programa centrado en los intereses y preocupaciones que afectan actualmente a España.
Cuando Fraga perdió las elecciones en Galicia afirmó que ello era porque el "centro se había movido". Así pues en el PP deberían reflexionar sobre la rentabilidad de convertirse en una derecha europea, preocupada por devolver los valores de la convivencia y la libertad o, por el contrario, ir tras la estela de ese centrismo movilizado, cada vez más, hacia la izquierda y la vacuidad de las ideas.
Por Valmont