+ Constitución de 1978: Vivan las caenas
Vamos a ver, para mayor elogio de nuestra Carta Magna, uno de los artículos más nefastos que los padres de la constitución tuvieron a bien defecar, dice así:
1. Se reconoce el derecho a la propiedad privada y a la herencia.
2. La función social de estos derechos delimitará su contenido, de acuerdo con las Leyes.
3. Nadie podrá ser privado de sus bienes y derechos sino por causa justificada de utilidad pública o interés social, mediante la correspondiente indemnización y de conformidad con lo dispuesto por las Leyes.
Aquellos que hayáis leído la constitución, os compadezco, sabréis que se trata del art. 33. Los que no la hayáis leído no os lo recomiendo, demasiado confusa, oscura, e intervencionista. El artículo 33 de la Constitución debe verse a la luz del art. 31 que establece la legitimidad de los poderes públicos para establecer robos al patrimonio de las personas.
El art. 33 viene inspirado, no me cabe duda, por la declaración universal de los derechos humanos, que recoge el derecho a la propiedad, dice así:
Artículo 17
1. Toda persona tiene derecho a la propiedad, individual y colectivamente.2. Nadie será privado arbitrariamente de su propiedad.
Vaya, vaya, parece que el apartado 2 dice exáctamente que no se puede privar a nadie de su propiedad de forma arbitraria, y la Constitución española tiene claro lo contrario en el art. 31 y, sobre todo, en el art. 33. Nuestros padres de la constitución se olvidaron de adaptar el punto 2, claro qeu de haberlo hecho tendrían que haber eliminado el art. 31 y todos los otros puntos del 33.
La función social de la propiedad, establecida en nuestra constitución, no es más que un mecanismo de seguridad para establecer protección constitucional a cualquier acto arbitrario por el que se prive de su propiedad a un particular. Pretender que hay algún motivo para celebrar el día en que se aprobó un documento tan nefasto, claramente ilegítimo y contrario a los derechos humanos es, cuando menos, una burla si no un motivo qeu demuestra, claramente, el envilecimiento de la sociedad española. Pretender que la aparición de un robo en la Constitución legitima al ladrón es algo tan vil que no puedo describirlo. Robar es robar y especialmente si lo hacen las administraciones públicas pues, contra ellas, cabe poca defensa. A eso se opone específicamente la declaración universal de los derechos humanos, y a eso da apariencia de legalidad nuestra nefasta constitución.
Feliz día de la constitución, para los que viven de ella -especialmente para los más de 2 millones de funcionarios-, y para los demás ¡vivan las caenas!
Por Maestre de Campo