+ Freejack, sin identidad
Segundos antes de morir destrozado en accidente contra un viaducto en su coche de carreras, Alex Furlong, el piloto, es catapultado hacia el futuro. Cuando recupera la consciencia se encuentra con un mundo dieciocho años más tarde, en el que su novia de aquel día de su muerte, aún de muy buen ver, vive y trabaja para un poderoso enfermo terminal, que desea casarse con ella y sobrevivir metiéndose con un metodillo pseudotecnológico muy cañero, en la mente del prota Emilio Estévez, para así, tomar su cuerpo y seguir vivo, pero ya joven y con posibles para vivir muchos años más...
Hay que jorobarse.
El piloto, convertido en un freejack, un fugitivo del pasado buscado para ser trasplantado de mente y alma, vaga por calles que conoció hace años acojonado perdido, buscando la manera de escapar a semejante condena. La pérdida de su esencia.
Película chunguilla con famosetes, que muestra en tono futurista casero, el marrón que le cae un tío que no quiere perder su identidad, no quiere olvidarse de sí mismo. Porque después, ya no le dolerá nada, sentirá como el nuevo dueño de su mente, y vivirá como él. Pero antes, la sensación es jodida, seguro.
Bueno. Todo el mundo en la playa y yo aquí contando este rollo (para no variar), a que vendrá todo esto. Pues viene a que cuando he visto la peli, me he acordado de Mark Steyn contándonos algo sobre la perdida de la identidad Europea u Occidental. Yo les sugiero que lo lean.
A veces pasa en las sociedades y en las culturas, para bien o para mal, una cultura es transformada en otra, que olvida la anterior aunque se lleva algunas huellas y sigue hacia adelante hasta que otra tercera, toma el relevo.
Hay sociedades que necesitan expandirse para perpetuarse. Algunas son interesantes pero otras, míseras y totalitarias, cuando ya han jodido su propio terreno, pasan inmediatamente al siguiente para joderlo igualmente transformándolo poco a poco con el consentimiento aturdido del pueblo existente, que ya no tiene clara su identidad.
'El problema está en que las sociedades de impulso secundario confunden sus debilidades con fortalezas o -al menos- virtudes, y es por eso que están demostrando ser tan débiles al enfrentar una fuerza primaria como el Islam. '
'Por otra parte, dado el historial de Europa, llegar a ese punto puede resultar muy sangriento. Pero, sea como fuere, esto es un verdadero campo de batalla. Los alocados de al Qaida nunca podrán encontrar suficientes pilotos suicidas para volar suficientes aviones contra suficientes rascacielos para derribar a Estados Unidos. Pero, a diferencia de nosotros, los islamitas piensan a largo plazo y, dada su ventaja demográfica en Europa y el tono de sus emergentes grupos cabilderos musulmanes, lo que persiguen estrellando aviones contra edificios lo pueden obtener con sólo esperar unos pocos años más. Si los rascacielos serán de ellos ¿para qué derribarlos?'
Ahora mismo, en una España en la que el desmembramiento se vende como vertebración, la defensa de una cultura y unos valores se vende como enfrentamiento, la falta de núcleo duro activo se vende como progresismo, la multiculturalidad se vende como enriquecimiento, el terrorismo se vende como lucha política armada y lo espiritual (que no religioso) se vende como chorrada, habrá siempre totalitarismos y poblaciones migratorias no integradas que suplanten la identidad dispuestos a imponerse aprovechando la confusión.
Señores, en nombre de la libertad, estamos dejando la libertad en manos de los más intolerantes, hagamos algo positivo, aunque sean las maletas. Porque según Mark Steyn, somos una pandilla de freejacks, y vamos poco a poco caminando a tomar vientos.
Por Cruzcampo