+ El antisionista
Ustedes saben que hay por ahí un tipo de antisemita que siempre dice tener “muchos” amigos judíos que no sólo no le parten la cara, sino que además le dan siempre la razón. Igual que los antiamericanos con muchos colegas chomskistas en Nueva York, o los homófobos de buen rollito con todo el mundillo gay del país. A veces, la gente imagina los amigos que desearía para respaldar sus argumentos, porque a fin de cuentas, mirado desde su prisma, es el amigo leproso el que mejor demuestra que no se tienen prejuicios ante la enfermedad.
Este viajante que conocí el otro día en un bar de hotel no es amigo mío. Mirábamos ambos la caja tonta en plena noticia de Oriente Medio. Español, vendedor de alguna monserga, propalestino, según me dijo, sin quitar ojo al monitor. Me dio su tarjeta, me dio la mano y todo eso. Antisionista total -que no antisemita, cuidao- me soltó al yo presentarme.
El tío me resolvió en un plis plas el conflicto preguntándome por qué no hemos puesto el Estado Israelí en Rusia, como si fuera una fábrica de tornillos, o en Alaska, como quiso Amadinejad, aprovechando que ya estaba ahí el doctor Fleischmann. Me hablaba como si los judíos nunca hubiéramos estado allí ni fundado nada, y ni se había planteado que vive en un mundo de naciones formadas a sangre y fuego, y no precisamente por votación internacional. Tal vez asesinando y expulsando a judíos y herejes, guerreando contra árabes y batallando contra el resto, aunque él no lo haya visto por la tele.
Y está claro que algo pasa en Europa, cuando el sionismo como vía de autodeterminación, unidad y supervivencia, es cada vez más desprestigiado y criminalizado con el aplauso de todos los progres de derechas e izquierdas, musulmanes, ultras de religiones cercanas y algún tonto útil que siempre le viene muy bien a la yihad. Se puede existir, pero sin molestar y sin derecho a una patria, mientras se pegan de bofetadas por el derecho de autodeterminación de pueblos creados ayer por la tarde. No van contra el hebreo en sí mismo, dicen, sino contra el gobierno de Israel, que se defiende y eso no queda bonito. Lo que sí queda precioso es la quema de sinagogas o los secuestros y hasta asesinatos, la profanación de cementerios, las webs específicas para boicotear a Israel y las reuniones para negar el Holocausto , en lo que Rahola se pregunta lo que otros nos preguntamos:¿El mundo habría permitido un congreso oficial, público, legal, a favor del racismo? ¿No se habrían hecho todo tipo de actos de solidaridad y protesta? ¿No se habrían planteado boicots económicos, militares y la diplomacia habría agotado todos los recursos para evitarlo? ¿Las organizaciones de izquierdas, no habrían salido a la calle, indignadas por la apología de la maldad que representa el racismo?
Al paso que vamos puede que algún día estos “antisionistas” y sus descendientes necesiten recuperar un hogar nacional donde refugiarse para poder ser libres , quién sabe. Pero para entonces ya no podrán contar con sus amigachos árabes. Ni con los sionistas a los que tantas veces jodieron, a los que siempre negaron.
Cuando nos despedimos creo que tiré su tarjeta a la papelera. Mejor que le llame algun "palestino", y que se tomen juntos una copa de uranio enriquecido. Pero me da que no. Los palestinos abominan de los infieles, incluidos los infieles propalestinos.
Por Cruzcampo