+ Nuestros Monstruos S.A.( primera parte)

Sí sí, permítanme homenajear un poco a nuestros héroes, nuestros dhimmies, nuestros modelos revolucionarios. El museo de la progresía en lucha permanente contra el imperialismo cristiano-judeo-sionista-capitalista.

Y para ello elijamos nada más entrar, al primero de la lista, completamente al azar. Un hombre “viajado” que domina el arte del saber estar... en todas partes: Javier Nart. Resulta que es abogado, fotógrafo y hablador profesional, y ha llevado su pedantería por donde quiera que ha habido leña y tiros haciéndose miembro de todo lo que ha olido a progre o revolucionario; desde el Frente Sandinista de Nicaragua ( de esto se arrepiente), hasta el Movimiento de Liberación del Chad pasando por alguna onegé de esas donde toda la gente es supermaja y coopera un montón para arreglar este mundo ingrato.



Se le calienta la lengua para cualquier tema y además tiene siempre la razón; no le lleven la contraria, es inútil. Lo mismo entiende de entresijos USA -“el Imperio del mal” - y Oriente Medio- adivinen quién cree que es el bando asesino contra el que pide un bloqueo comercial pero ya-; que lo mismo te habla de indios Cherokees, de pato a la cantonesa o de células madre, padre y muy señor mío. Y el clímax de su presencia televisiva lo alcanzó gracias a una especie de show semifriki llamado Moros y Cristianos; aunque no se me despisten, siempre prefirió los moros, a los que considera la mar de desamparados e incomprendidos, y de los que amablemente se presta a ser abogado cuando los ve injustamente tratados en el ‘GULAG de Guantánamo’(sic). Denle un micrófono, una kefiya y un conflicto en el culo del mundo, y le harán feliz.



Seguimos al fondo a la izquierda con el Kamarada Jose Bové, el gabacho comunista; el William Wallace del proletariado campero. Bastante bobé, como su propio nombre indica. Tiene aburrida y fascinada mitad y mitad a Europa con la murga de que todo, todo y todo, favorece al rico y fastidia al pobre. Con lo que imaginarán que la libre competencia le produce diarreas descontroladas, y para conseguir que les compremos las fresas y los pepinos sólo a los pendejos de sus amigos, además de defender aranceles y toda clase de barreras, suele dedicarse a quemar los locales de mierda globocapitalista y sucia hamBurguesía sin preguntar si hay trabajadores dentro ni nada, que perdería toda la gracia. Denle un ejemplar de “El Capital” y una caja de cerillas, y creerá que domina el mundo.



Pero esperen, que aún queda por hoy Rafael Sebastián Guillén, o así dicen que se llama el Subcomandante Marcos. Defensor de los indígenas a los que no deja ni abrir la boca, y portador de un sempiterno pasamontañas para que no se note mucho que es un hijo de papá de tomo y lomo. No sea que se mosqueen mucho esos nativos que le forman su ejército particular, y que le dejan tirado cada dos por tres por cuatro perras y dos fotos de Pamela Anderson en pelotas. El subcomandante pretende que el gobierno mejicano respete los derechos de los de Chiapas, cuando en la misma México City nadie respeta ni los semáforos. Y para defender algo así, este alumno pijo de Castro se nos disfraza de Che Guevara, eso sí, con un estilo peligrosamente amigable que para ellos lo quisieran los cafres de los islamistas. Rodéenle de analfabetos, pónganle una cámara delante y harán de él un hombre pleno.
Últimamente dicen las webs enteradillas que anda de capa caída. Porque el pescado señores, y más en la selva, siempre termina oliendo.

Por Cruzcampo