+ Nuestros monstruos S.A . ( segundo capítulo)
Bueno, vale, continuemos nuestro periplo por la jungla de la progresía donde en esta ocasión, le toca el turno al cantante Ramoncín, más conocido por el vulgo como “el rey del pollo teriyaki”. Digamos que es el típico autor del que nadie se sabe una sola canción y que siempre se empeña en hablar de su “último” trabajo cuando tiene claro que a nadie le importa. Pero no vive de eso, a decir verdad. Por eso el gran enigma de su persona es: ¿qué coño canta Ramoncín?
El resto no es nada enigmático en un típico progre que va de rebelde subvencionado por Prisa y todo mecenas de izquierda que se ponga a tiro. Escritor del pueblo y permanentemente cabreado con el sistema, hace campaña para Greenpeace, para niños maltratados o mujeres desvalidas, y es el héroe de ese mundo obrero traumatizado por el capitalismo salvaje y facha, ese mundo con el que se solidarizaba a tutiplén cuando el pirateo era con cintas de cassette en tiempos de la "Movida".
Su gran sonada como animal social: meterse en el quilombo del canon, que corríjanme si me equivoco, viene a ser lo siguiente: deja tirao al consumidor de música y al proletario underground para irse con la SGAE a reclamar al pueblo unos pavos por copia privada. Los seguratas y alguna banda coleguilla le dejan tirao a él frente a una agresión en el festival de música intelectual de Viñarock. Y cuando se da cuenta de que sus compis lo dejan tirao una vez más mientras él da la cara y recibe leña por la pela canoniana, entonces es él el que sale a galope y deja tirada la causa de la SGAE.
Y hablando de intelectuales, no podía faltar el Premio Nobel de Literatura, comunista y bastante antisemita, Jose Saramago. Ya lo conocen, tan alegre y dicharachero, que deprime a cualquier suicida profesional. Su Ensayo sobre la Ceguera aplaudido hasta las trancas, nos cuenta con un estilo pura prosa calenturienta y desesperante, cómo cree él que se comporta el ser humano en una situación extrema. Y se comporta de puto asco, fatal, claro. Y después de despacharse a gusto con los ciegos del libro, agarró y se marchó a Ramallah a hacer otro ensayo de ceguera que le salió bordado. El tío creyó ver allá los campos de concentración de los nazis gestionados ahora por los sionistas, con cámaras de gas y todo. Y claro, consiguió que ya ni le leyeran los judíos israelíes, los únicos consumidores de su trabajo por esas tierras.
And last but not least , Enrique Sopena, el Conde Sopena . Director de El Plural, la izquierda singular en su estado puro. Master en crispacionología, odiador oficial de Aznar y desquiciado por la idea de que exista un país llamado USA y otro llamado Israel. Para que se hagan una idea rápida, según Sopena la izquierda se expresa, la derecha crispa. Aznar, Bush, Sharon y Blair son asesinos sanguinarios; Saddam, Castro, Chavez, Los talibanes y Kim Jong Il, son personas que han perdido el norte. Para Sopena el Judaísmo y el Vaticano extienden su furia por las sociedades occidentales, el Islam aporta riqueza y necesita comprensión. La derecha es apocalíptica, la izquierda es templada. Bin Laden se equivoca en sus métodos, Federico Jiménez incita a la Guerra Santa. Y así.
Sólo tuvo razón una vez, cuando dijo que lo malo era perjudicial, y que lo bueno era beneficioso. Y cuando tiene razón, oigan, hay que dársela, que no se diga. Pero desde entonces, no hemos vuelto a tener noticias de ningún otro acierto.
Por Cruzcampo