+ Litvinenko, otra voz incómoda para Putin
Creo, después de todo, que es el momento de decir una o dos cosas a la persona responsable de mi enfermedad.
Puedes lograr silenciarme, pero ese silencio tiene un precio. Te has mostrado como un bárbaro hacia las personas que te han criticado. Has demostrado que no tienes respeto por la vida, la libertad o cualquier otro valor civilizado. Eres indigno del puesto que ocupas, eres indigno de la confianza que te han dado hombres y mujeres civilizados.
Puedes silenciar a un hombre. Pero resonará un gran aullido de protesta por todo el mundo, señor Putin, que se quedará en tus oídos durante toda tu vida.
Puede que Dios perdone lo que has hecho, no sólo a mí, sino a la querida Rusia y su pueblo".
Firmado: Alexander Litvinenko.
Hace un mes, la periodista rusa Anna Politkovskaia murió acribillada a balazos en la puerta de su propia casa; a día de hoy, nadie - ni la más mínima intención de ello- ha dicho todavía quién ha sido el supuesto asesino de tal crimen. Sólo algunos, la gran mayoría, acusan a Putin de intentar silenciar la voz de una mujer que investigaba los crímenes de éste en terroritorio checheno.
Y, al poco tiempo, nos encontramos con otra voz que hay que hacer callar, que es incómoda para el gobierno ruso, que le acusa de ser el responsable de cometer atentados en Moscú para luego decir que han sido los chechenos los culpables, como la Alexander Litvinenko que se dedicaba en la actualidad a investigar el asesinato de Anna. Nada mejor que el polonio radiactivo , fácilmente disponible en los botiquines de cada casa, fijo, para quitar de en medio a alguien que preguntaba demasiado, y que es incómodo a Moscú.
Litvinenko, antes de ser envenenado.
Litvinenko, antes de ser envenenado.
Mientras tanto, en Eurabia, seguimos mirando con buenos ojos al seudodictador de Putin; tal vez porque de él depende nuestro abastecimiento de gas natural, las relaciones con muchos países de oriente próximo y, principalmente, porque no nos apetece tener enfrentado al gigante ruso. Mientras tanto, Putin, seguirá con su mano dura haciendo callar voces incómodas, hablando con los asesinos de Hamás, y quién sabe si no vendiendo el uranio bueno, bonito y barato, a esas teocracias que quieren borrar a Israel del mapa.
Litvinenko, pocos días antes de morir.
Esperemos que Litvinenko tenga razón y empiece a sonar un gran aullido de protesta por todo el mundo. La situación, así lo merece.
Por Chesk