La oveja negra de la familia
Me entero a través del superbecario, de una historia que nos vende El País de modelo de cristianismo trasnochado; como la madre de De Juana era alimentada día tras día por una víctima de ETA, que a su vez era su consuegra.
Todas las tardes, dos mujeres mayores se sientan frente a frente en el salón de un piso del barrio de Amara de San Sebastián. Son vecinas y consuegras. Una de ellas le va dando con una cucharilla y mucha paciencia un yogur de café a la otra, enferma de Alzheimer. La primera es viuda de un comandante asesinado por ETA en 1977. La segunda es la madre del terrorista Iñaki de Juana Chaos.Cuando nos adentramos en el interior del reportaje, se descubre que, a parte de esta bonita historia que se nos quiere vender para humanizar a De Juana, se esconde un terrible drama familiar protagonizado por todas las personas que vieron crecer al terrorista.
Una madre, nacida en Tetuán, hija de militar de toda la vida, casada con un médico que se había alistado en la guerra en las tropas de Franco y con carné de la Falange, es la que se desmaya delante del televisor cuando ve que su hijo es el culpable de tantos asesinatos; la que se niega a incorporarse al colectivo de familiares de presos etarras debido a sus ideas; la que jamás habla con su hijo de política pero sigue visitándolo hasta que la enfermedad se adueña de ella; la que el destino la hace convivir con su consuegra, al que le arrebatan a su marido por el hecho de ser militar.
Lo que une a estas dos mujeres, más allá de la familia o incluso de la fatalidad de una vida marcada por ETA, es el interés común, tácito, de que el odio no prolongue el trabajo de las pistolas.El País dice que eso es lo que une a esas mujeres, falso. Lo que ha provocado esa rara amistad, es ser víctimas del lavado de cerebro que se practica en la sociedad vasca desde hace décadas; un adoctrinamiento que provoca que una madre tenga que dormir todas las noches pensando que ha dado a luz un monstruo capaz de asesinar a tantas personas sin ningún tipo de remordimiento.
Todos sabemos que una madre siempre es una madre pero, en este caso, Esperanza Chaos me imagino que pensaría muchas veces qué habría hecho mal para traer al mundo a ese asesino; me temo, que nunca encontró la respuesta.
Por Chesk