+ JKK 498, el infierno de ser un mortal

Si me pedís que os resuma mi fin de semana posiblemente lo haría en una frase tipo "Ding, dong ding. Aviso importante a los señores pasajeros. Estén atentos a los monitores. Por megafonía no se emiten avisos de embarque en este aeropuerto". O también podría hacerlo en este otro: "ding, dong, ding. Para crear un mejor ambiente y en cumplimiento con la ley, se prohíbe fumar en todas las instalaciones del aeropuerto, pudiéndolo hacer solamente en las zonas habilitadas para ello". ¿Os imagináis escuchar estos dos avisos cada diez minutos durante todo un día? Pues sí, es posible gracias a la España cañí de Zapatero, esa España en la que los miserables mortales como nosotros debemos jodernos cuando así lo decidan unos cuantos.

Vuelo JKK 498 dirección Barcelona. Hora de embarque prevista, a las 19:50. Hora a la que llegué al aeropuerto: 18:30. Aquí comienza mi peor pesadilla. Una vez extraigo mi billete, la compañía Spanair avisa que el vuelo se ha retrasado a la 1:35 de la madrugada. Sí, sí, como oyen. Y en estos casos lo mejor es permanecer en el mismo aeropuerto, pues dada la situación nunca sabes si el vuelo se retrasará hasta tal hora o si al final saldrá antes. Así que, dado que la jodienda ya estaba servida, decidí tomármelo con mucha calma y para ello lo primero que hice fue comprarme el libro de "La sombra de Poe", de Matthew Pearl. A todo aquél al que le guste la intriga se lo recomiendo.

La desesperación suprema ya llega cuando, el aeropuerto ya vacío y sin nadie al que reclamar responsabilidades, era la una y media y ni había nadie en la puerta de embarque ni avión en la pista. ¿Os lo imagináis?

Ya a la 1 y media pasadas, casi a las 2, llegaron dos cabezas de turco de la compañía a explicarnos que, sencilla y llanamente, no había vuelo. Cosa que si nos la hubiesen avisado a las seis de la tarde no habría importado, pero que te toca realmente los cojones cuando llevas un día entero esperando, el cansancio se ha hecho contigo y estás hasta los mismísimos de la megafonía del aeropuerto.

Esa noche nos alojaron en un hotel, y tras dormir una hora y media, a levantarse para coger el primer vuelo de la mañana y volver a hacer una larga espera porque ese también lleva retraso.

Cuando pasas tantas horas muertas metido en un aeropuerto con la indecisión y la duda de si podrás volar o no, te vienen a la mente, entre muchas otras cosas, esas escenas en las que con familia y suegra incluida, zETAp embarca en el avión oficial y se va de rebajas a Harrods, para que seguidamente un ministrejo nos diga que esto es posible gracias a un factor esencial: el presidente está por encima de todos los mortales. ¡¡Por Júpiter!! Yo creía que eso era cosa de romanos y griegos!

La diferencia es que antiguamente los traidores al Imperio eran juzgados mientras que ahora son venerados.

Y mientras ahora se hacen llamar socialistas y dicen pensar en todos y todas, no son más que envidiosos del capitalismo que, dada su incapacidad mental para llevar a cabo un proyecto empresarial, deben chupar del bote de todos los ciudadanos para así sentir la experiencia de ser un nuevo rico.

Al señor zETAp el poder le ha cambiado por completo. Se ha convertido en un soberbio hijo de puta que se cree por encima de todos, se cree inmortal y con la potestad para hacer y deshacer lo que le venga en gana. Es un megalómano rencoroso que aprovecha el poder para resarcir sus complejos. Un personaje de sonrisa inquietante, pues cuando esta se hace presente algo perdemos todos.

Es un pobre diablo venido a más por el poder. Un ignorante sin formas ni compostura cuyos únicos pensamientos son "en el poder todo vale" y "como sea". Es un desgraciado infeliz, tan vacío por dentro que debe ir a Harrods en avión oficial para luego fardar en León.
Es un maleante que se atreve a dejarnos a todos mal porque un día tiene sueño. Es un pendenciero provocador de disputas allí donde vaya y haga lo que haga, pues debe disimular el vacío de poder y la incompetencia agregada a este.

Es un arrogante crónico y un sinvergüenza rodeado de inútiles palmeros que le bailan los desmanes. Un pequeño dictadorzuelo que se permite detener a quien le venga en gana y tomarse unas vacaciones de sultán persa, séquito incluido, mientras recibe tratamientos anti-stress para olvidarse del ajetreado trajín diario. Y es que abusar del poder puede ser incluso agotador.

Es un charlatán de feria del viejo oeste, de esos que vendían medicinas contra las enfermedades de la época, pero que en realidad no eran más que frascos de agua con olor a rosas. Y lo digo por la ¿paz?

Un vendedor de falsas esperanzas, como los que leen el Tarot. Abusa de los más desfavorecidos para llenarse los bolsillos.

Es una persona sin escrúpulos, pues no duda en vetar a aquellos periodistas molestos mientras predica la pluralidad.

Y mientras este criminoide comete todo tipo de fechorías, yo, como el resto de mortales, debo permanecer en un aeropuerto durante un día entero porque a este Gobierno no le sale de las pelotas gestionar de forma adecuada. Porque este Gobierno vive en el Olimpo mientras nos observa con desprecio.

Pero se ha olvidado de una cosa, señor Zapatero. Ni esto es el Olimpo, ni usted es un dios. Y cuando llegue la "fiesta de la democracia" (como les gusta llamarlo a ustedes) ya veremos cuántos farolillos y cohetes lanza usted esa noche cuando lo único que le quede es el recuerdo de haber pasado a los libros de Historia como el peor presidente de la democracia española.





Por Valmont