+ La paz de los microcréditos
Ya existían los prestamistas en BanglaDesh cuando Yunus se dedicaba a teorizar sobre economía de mercado. Sólo que a Yunus se le ocurrió además otra cosa. Confiar en los pobres. O sea, no solo podía dar limosna, sino que encima ellos podían invertirla y se la podían devolver. Y pudo confiar porque eran pobres de los de verdad, de los de cuatro duros de diferencia entre comer y quedarse de vacío, de los que además, podían hacer algo provechoso con sus manos. O dicho de otro modo, descubrió que no había que regalar el dinero en caridad, sino que se podía prestar para ser devuelto en pequeñas fracciones, y demostrar así que el negocio se puede aplicar entre lo más perdido y hambriento del país más desastroso, y hacer algo bueno y positivo con ello.
Pero esperen, porque esta idea no prende en Occidente como economía creadora de riqueza, sino como símbolo de paz. Para una vez que aceptábamos que el mercado puede resolver los problemas de la gente, que el dinero debe ser puesto en circulación para sufrir el ciclo del negocio a manos de la iniciativa privada, la hemos vuelto a cagar. Y hemos vuelto a justificar la violencia como salida lógica y comprensible de los desheredados de la tierra dando al bueno de Muhammad Yunus, en vez del Nobel de economía, el premio Nobel de la Paz.
Si la creación de riqueza es símbolo de no-violencia, tiemblen camaradas estalinistas, ¿Debería entonces la economía de mercado, recibir también el Nobel Peace Prize?
Por Cruzcampo