+ Los rebeldes del swing
¿Se acuerdan de ese tío pesado, alemán, y progre que te caes de espaldas, que se fue a la India para hacerse el guay y volvió lloriqueando y diciendo en una entrevista que había demasiado gentío y unas moscas raras se le posaban en el careto? Sí, ese, Günter Grass , ese escritor siempre muy agobiado que se hizo famoso escribiendo el Tambor de Hojalata; la historia de un chico muy agobiado, en el seno de una familia muy agobiada en la sociedad muy agobiada de su época. Ése que siempre aprovecha algún momento muy agobiado de la actualidad para salir a soltar una boutade y quedar como el culo. Cuando se alistó a las Waffen-SS no le parecían los nazis una amenaza para la paz mundial como se lo parece Bush ahora; también es verdad que entonces tenía dieciséis años, cosa que, dicho sea de paso, él cuenta como si en vez de dieciséis fueran cuatro.
Grass, está claro, no fue un rebelde del swing. Los chicos del swing entendían más que nadie de música americana, vivían en una Alemania fascista a punto de entrar en guerra y cometer un Holocausto sin precedentes en la historia europea, bailaban todas las tardes al ritmo de la música extranjera con movimientos impropios de un perfecto alemán, desafiaban a las SS llevando el pelo largo y viviendo a su manera, y caminaban por la calle valientemente, sabiendo que podían recibir una somanta de palos de tíos como Günter Grass .
Algunos sucumbieron escuchando los cantos que acariciaban oídos demasiado tiernos, o demasiado perversos. 'Perteneces a una raza especial', 'no tengas miedo', 'delata a tu madre', 'cuéntanos qué hace tu padre'; los nazis se sirvieron de la inocencia y las bajas pasiones juveniles para limpiar de insumisos e irredentos un país enfermo de soberbia; donde un comentario a destiempo en la pescadería o una mirada equívoca entre vecinos le podía costar a uno la vida.
De la tragedia de resistir intentando ser uno mismo hablaba esta película interpretada por Robert Sean Leonard y Christian Bale. De la desobediencia a las imposiciones del fascismo, de los que utilizaban tan sólo su juventud y su esperanza para oponerse al totalitarismo y a la mentira, en un mundo cruel y desagradecido. El mismo mundo que hoy ensalza y premia como grandes pensadores y modelos democráticos, lo mismo a antiguos miembros de las Waffen-SS que a chupadores de culos dictatoriales . Porque curiosamente hoy, los defensores de las dictaduras tienen la tranquilidad de que nunca van a ser apaleados, y los verdaderos rebeldes, los que se resisten a ser cautivos, casi nunca son laureados, y casi siempre son anónimos.
Bonus track para fans de Dr Wilson