+ Año del olvido histórico (5) Inocencia robada
Seguro que ustedes no se tomarían un vaso de ácido sulfúrico para no tener que seguir soportando el desagradable neoliberalismo que según algunos, impera en el podrido Occidente. Será por otras cosas que se lo tomen, pero no porque hayan bajado los impuestos, haya atasco en la autovía o porque los anuncios entre parte y parte de Lost, sean interminables.
Florentino Meana si se lo tomó. Pero Florentino hizo bien, eran otros tiempos y otro país. Y pasaban otras cosas. Y sabía que si no le lo tomaba, la dictadura del proletariado se lo haría tomar poco a poco por cojones el resto de su vida.
Fijo que han visto ustedes montones de fotos en blanco y negro con inocentes criaturas, premeditación y algo de nocturnidad, zarpando en 1937 en un barco hacia el paraíso. Florentino Meana pudo estar entre ellos, si no en un turno, en el siguiente. Eran los hijos de los rojos, que escapaban con mucha fe de una España reventándose para reventar y perder la fe en un sitio peor. La Unión Soviética de mediados del siglo XIX, el país de la gran mentira.
Cuentan las crónicas que fueron tratados a cuerpo de rey, y eso es totalmente cierto... sabiendo lo que acostumbraban a hacer los soviéticos con los reyes.
Así que cuando Franco ganó la guerra y se acabó el paripé de libros en español, maestros particulares y escuela complaciente, empezó un infierno muy distinto, donde los españoles ya no interesaban y empezaron los niños y bebes de la guerra a morir desnutridos, tuberculosos, desatendidos, enviados al culo de Rusia a trabajar como esclavos, violados y sodomizados en grupo, maltratados, convertidos en delincuentes, acusados falsamente de delatores, enrolados en el ejército rojo donde caían como moscas, con penas de muerte desde los doce años e imposibilitados de volver con ese General Franco que se había hecho adorable al lado de Stalin y que era ya, una meta inalcanzable.
Y ustedes, almas nobles, se estarán preguntando que hacían frente a esto los dirigentes comunistas españoles, Santiago, Dolores, y demás responsables de la cosa, además de comer y follar en los mejores puticlubs Parisinos. Podríamos decir que La Pasionaria, ejemplo vivo de lo peor del marxismo, no hacía nada, pero sería demasiado sencillo. Porque de hecho, dicen que ella impidió en gran parte el regreso de los retoños del partido. No quería ni por asomo devolver putas donde padres pusieron niñas, entregar ladrones y chaperos donde madres pusieron niños, y traer cadáveres, donde familias pusieron vivos.
‘No podemos permitir que salgan de aquí como furibundos antisoviéticos.’
Y no lo permitieron. Salvo algunos con suerte que vivieron para regresar después de veinte años. Los niños no salieron jamás. La mitad murieron engullidos por el régimen del Gulag, la inocencia robada, la lucha de clases, demasiado cruenta para ser contada.
Por Cruzcampo