+ Munich: la otra cara de septiembre negro.
La película ha sido dirigida por Steven Spielberg , el de ET, Indiana Jones, La Lista de Schindler, y tantos otros éxitos de taquilla, cuenta la historia de la venganza del estado de Israel a los ejecutores de la Masacre de Munich, en la cual, fueron asesinados once atletas judíos que previamente habían sido secuestrados por el grupo terrorista palestino Septiembre Negro. Todo esto, bajo la atenta mirada de las cámaras de televisión de medio mundo.
Atletas asesinados: Yossef Gutfreud, Moshe Weinberg, Yossef Romano, David Berger, Mark Slavin, Jacov Springer, Andre Spitzer, Kehat Shorr, Elizer Halfin, Amitzur Shapira, Zeev Friedman.
El director, sólo se ha basado en el libro Vengance, de George Jonas, y bajo los postulados de lo políticamente correcto, detalla la operación contraterrorista denominada "la ira de Dios" con la que el Gobierno israelí de Golda Meir fue ejecutando uno a uno a los encargados del Septiembre Negro. Con todo esto, ha conseguido lo que nadie hubiese pensado a priori: ha puesto de acuerdo a judíos y palestinos en algo, aunque sea en su disconformidad ante la veracidad de los hechos contados.
Spielberg, que parece ser que estaba sufriendo un ataque de celos agudo de Moore, ha querido con esta película dar una lección a favor de la paz y en contra del odio y - ya de paso- hacer una crítica a la política de los Estados Unidos en su lucha contra el terrorismo. Mostrar al mundo, que el ojo por ojo sólo genera más odio y más violencia, y seguro, vamos me imagino, que querrá predicar el pon la otra mejilla. Como siempre, oportunismo barato, que los mecenas del cine no dudan en utilizar para llenarse los bolsillos de relucientes dólares. Y yo, que creo que estoy libre de toda influencia de la giliprogresía mundial, cuando vi esos escasos minutos de trailer, casi consigue que me centre en el pobre terrorista con su familia, en vez de las once viudas que dejó el desgraciado suceso.
Después de todo esto, sólo deciros, que cuando el filme llegue a las taquillas, iré a sentarme en mi butaca de la fila diez e intentaré pensar, que estoy rindiendo homenaje a esas once personas, que sólo por su condición de nacionalidad, raza y religión, murieron ante el odio de unos, la incompresión de otros, y que treinta años después, siguen día a día ignorando sus muertes, y convirtiendo en víctimas a sus asesinos. Al menos, yo sí tendré claro, quienes fueron los inocentes y quienes los culpables.
Por Chesk