+ Los Progres: Turistas del ideal. De diego & Vidal-Foch
Un poco de humor para afrontar la mañana no está de más. Os traigo el artículo que Enrique de Diego escribe sobre los progres en El Semanal D., y la crítica de Tomás Cuesta al libro Turistas del ideal, escrito por Vidal-Foch.
Me van a comer los dos o tres de esta especie que comentan en los posts del blog, pero bueno, creo que ya los tengo acostumbrados a la dialéctica diaria. Enrique de Diego nos solicita que no demos tregua a los progres en su artículo, donde no falta su referencia al juego preferido de ellos, el Pilla-pilla presupuestario:
Basta con inventarse algún rollo de aroma humanitario, hablar mucho en nombre de los pobres y autocalificarse como progresista para, de inmediato, intentar instalarse en el presupuesto. [...] Son estos tiempos bellos para la responsabilidad, la claridad y el coraje. Hay que cachondearse de los progres e irles sacando del parasitismo fiscal. ¡Ah! Los peores son los conservadores que pretenden pasarse por progres. Aunque, bien mirado, todo progre es un ultraconservador mal informado y gregario.
Y Tomás Cuesta realizó una crítica al libro publicado por Vidal-Foch que tiene muy buena pinta, y recogió Faes, y yo he conocido a través de Minuto Digital. Os dejo con ello, y si Dios, y Alah, o Zp no dicen lo contrario, vuelvo en un rato.
Para escribir un libro así –con el que empiezas a reír en las primeras páginas y puedes bebértelo riendo– hay que tener valor, además de talento. Este último, Vidal-Folch lo ha demostrado a través de novelas como La libertad o La cabeza de plástico, que se encuentran entre lo poco realmente original que se ha editado en España en los años recientes. En cuanto al valor, sus artículos en El país o en Tiempo dan fe de que es un personaje que no se amilana fácilmente.
Pero Turistas del ideal aún va más lejos. Esta novela es una patada en los mismísimos de esos filisteos a los que Carmen Calvo les baila el agua (o el «champagne») con una cursilería sin fronteras. Un alegato contra los «maîtres à penser» que no han visto una idea desde que nacieron. Una sátira feroz del progresismo «gauche caviar» y de la moralina «todo-a-zen» del izquierdismo memo. Un hierro al rojo que marca donde duele.
Por Prevost